Oct 9, 2006

Tiempo suspendido

Es un día triste. No creo que sea algo más que eso: el día que se parece tanto al más triste que voy a tener. La verdad es que no debí levantarme hoy. Debí quedarme mudo ante las preguntas o, en todo caso, insensible ante los actos que me rodeaban, porque gracias a mis reacciones estoy acabado. No tengo ganas de escribir nada. No tengo ganas de hacer, más que irme y dormir para siempre y no despertar jamás para dejar de ser el imbécil que siempre soy. No soy más que eso, un arrogante estúpido. No lo sé…
Pablo despierta y lo primero que le viene a la cabeza es esa insensible sensación de que el día triste se ha suspendido. Todos siguen plácidamente como en un día normal, y Pablo sigue consumiéndose en el día triste que llegó. Pablo vuelve a dormir y sueña con el día triste, aquél que nunca llegará porque él ya está muerto. Triste será para todos quienes rodean su cavérico cuerpo.
Por suerte, nadie llora. Esas pasiones habrían despertado al reciente difunto.

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