Aug 14, 2010

Art. 01: No hablar de tocarte


Al pie de una doncella me encuentro, tatuado entre las espaldas y rarezas de algunos animales de mil cabezas que rondan las imaginaciones más mundanas, con alegría, con ese jolgorio envidiable,

por ahí me encuentro quemándome los ojos y la conciencia...


Ante un público selecto de trivialidades, cuyos ánimos inflables y estólidos me abruman las pocas posibilidades, me secuestran ni bien me acerco a pensarte...


Quiero imaginarte por lo menos y hasta eso me lo niegan. Y me niegan pedirte un trozo de tu cuerpo empaquetado de coral. Y me tuercen los huesos y las llaves.


Me calzan de pudor, de pericia, de vanidad... ¡qué queda para avanzar!

Aún, con todo, sigo el rastro vano y fiel, de pensar en todas partes de tu humanidad...


Quiero al menos tocarte, pero por debajo de la felicidad. Y antes de que mueras... quiero al menos privarte de alguna que otra soledad... no más, nada más.

Jul 30, 2010

Voy peor


Una vez más en este mismo invierno, un aire como cualquiera, un sopor entre los labios, entre las entrañas de los oscuros párpados, una codicia que enfrento y un penoso sudor: Voy peor.

Como si me hubiera prendido de las plantas y de sus flores, como si le hubiera causado daño a los niños que deambulan esperando un sacrificio pagano, como qué...
he recibido un castigo como si alguna vez entre los míos hubiese querido crear mensajes de metal, aleatorios, insensatos...

Aunque en realidad, castigo no se le puede llamar haberse metido entre tantas decisiones, cosechar granos de estupidez, apuros verdes por pretender alcanzar una gloria superficial. No, no pienso al final en ese sentido. A lo mejor no hay ningún castigo, no hay quienes apuestan si llorarás por lo que te pasó, o si te suicidarás, o si te cobijarás en los templos donde la espera por una caricia es más que pura esperanza, a lo mejor y nunca hay nada, solamente y apenas un arte que por siglos nos aparta, nos engaña para no desempacar una ruleta rusa, a ver si nunca hubo castigo porque nunca hubo nada... simple y meramente voy peor

Jul 28, 2010

Saca frío, don de dolor

A dónde, por cuyo cielo de membranas falsas, capullos conmigo han deber fallecido... ya no me dejes caer.
Ya no muero en vuestro amor, tenue persona, interesantemente abstrusa, que se atribuye dones, que se atribuye manjares, te has muerto en pleno nacimiento, como aquellos señuelos que enloquecidos vuelan al pálpito de un chisme tonto.
Te has puesto fuera de mí ni bien yo abrí un refugio para tu cuerpo infante y huesudo, intentas marcharte sin llegar hasta el calor ofrecido.
Y si no vinieras marchando esos pasos inverosímiles que arrastran mentiras de un insensato corazón, lo que implica no creerte ni de bromas.

Jan 7, 2010

Colores Extraños

Vengo de caminar un poco. Exactamente una vuelta por la Plaza de Armas de mi ciudad, más un par de cuadras rectas que se pierden contra las puertas de una antigua iglesia de aspecto temerario y hostil. Jamás me había fijado en que era de color beige, es más, no estoy seguro si antes allí había una iglesia. El sol le da tan directamente en una de sus esquinas redondas, que produce una serie de colores y sombras que me parecen completamente extrañas e inútiles. Me hubiera gustado traer una cámara fotográfica.

Justo cuando estaba concentrado, privado en los colores extraños, sentí una palmada en el hombro derecho. Era un amigo lejano, uno que conocí en la universidad.

-Muy concentrado, muchacho- me dijo, asustándome con su sonrisa de reencuentro.

-Hola, qué tal- atiné a decir sin ninguna idea de lo que estaba pasando.

-¿A dónde miras,?- me preguntó con bastante cinismo. No tuve alternativa y le contesté.

-Allá, en la esquina de esa cruz, ¿ves?, se levantan varios colores en sus reflejos, no sé si te darás cuenta.

-¿Dónde?

- Arriba, sobre la cúpula de la iglesia.

-¿Cuál iglesia?

-La que está al frente de nosotros, ¿acaso no la ves?- le dije, un tanto molesto, incómodo por su presencia.

Se volvió a verme, me miró con una extraña soledad, como quién dice ¿estás bien, qué te sucede?

Pero me dijo otra cosa:

-Amigo, frente a nosotros no hay ninguna iglesia, no hay nada de cruces ni de reflejos ni colores.

Más que nada, lo noté asustado. Pero la verdad a mí no me importó en lo más absoluto su comentario. ¿Cómo no va a haber iglesia, cómo no va a darse cuenta de esos raros reflejos en beige? Qué tontería.

Vi como él se iba caminando sin voltear rumbo a la iglesia que estaba frente de mí. Lo vi desaparecerse en sus sombras de atardecer. Me alegra que se haya ido. Todo es mejor sin una persona que opine de lo que uno piense con sinceridad.


Entonces regresé por las mismas calles hasta mi hotel, en donde un par de viejas locas me intentaron sorprender diciéndome.

-Señor, usted no tiene ninguna habitación registrada en nuestro hotel.

Todo esto es realmente increíble. Salí rabiando, completamente pasmado por todas estas cosas que me estaban pasando en menos de una hora. Sólo pensaba en mis cosas en la habitación, en mis pasajes de retorno, en mi ropa comprada en Madrid y en los colores extraños que la iglesia de mi ciudad emanaba gratuitamente a vista y desconsideración de todos.